En la vida hay fallos, errores, meteduras de pata, pifias, cagadas, cagadones y luego está lo que ha hecho Mbappé. Plantar en el altar al Real Madrid es un pecado capital de los que ni tú mismo te perdonas en la vida. Así que ahora, Kylian, que te den. Que te den millones, millones y más millones, plenos poderes, amigos a tu lado, que te den la torre Eiffel, pero lo que no te podrá dar nunca el PSG es la grandeza del Real Madrid. Porque las leyendas no se compran con dinero. Las leyendas, como la palabra dada o el honor, no tienen precio.
En su pecado Mbappé lleva la penitencia y un deshonroso marcador en su contra: Real Madrid, 14; Mbappé, 0. Son las Champions, las Copas de Europa de toda la vida, la competición de clubes más importante de este planeta (y de otros, que se sepa) en la que el equipo madridista campa a sus anchas. Eso, Kylian, es lo que te estás perdiendo, lo que te has perdido y lo que vas a perder. Consuélate con la pasta. Serás rico en dinero, pero pobre en Champions.
Dos veces el tren del Real Madrid paró en la estación de Mbappé y dos veces renunció a subirse. Quizá en la segunda hasta se bajó en marcha cuando ya se había subido. Desde hoy ha empezado a pagar muy cara su traición. Lo dijo bien claro Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid y el hombre que hizo lo posible y lo imposible por traerle al club blanco: «Hoy no existe Mbappé».
Pues eso. Kylian, tú te lo pierdes, majo.